Por José Gandour @zonagirante
¿Cómo definir la música de esta banda de nombre extraño nacida en 2020 en Uruguay? No, no se trata de acudir a etiquetas forzadas o ejemplos un tato obvios para salir del paso. Me queda más cómodo describir a Mientras crujen los durmientes con sensaciones un poco más personales, con lo que imagino cada vez que escucho estas cinco canciones de espléndida nostalgia lo fi, este conjunto de tonadas que parecen haber sido compuestas en el otoño rioplatense y que, si se esparcen con el viento, pueden ser dulce veneno auditivo, listo para calmar la rabia acumulada.
Media hora dura este primer trabajo discográfico de este cuarteto conformado por Diego Segovia, Álvaro Unger, Felipe Rebellato y Ángel Cardozo, quienes, con la colaboración puntual de Irene Tolosa y Romina Peluffo, construyeron este Ep que puede sonar a rock independiente de las últimas décadas pero, importante afirmarlo, con sentido propio. Son grabaciones que se nota haber salido de ensayos, de pruebas y errores en el garaje, de sesiones íntimas de labor en conjunto, producidas sin prisa o presión, más bien con la laxitud y el convencimiento de que todo va bien. Está claro, es un trabajo cabal, más hecho para lograr que los amigos celebren la obra final y, a partir de ahí, sin tensionarse, abordar el resto del planeta para conquistarlo.
Son treinta minutos para recordar, por si alguien lo ha olvidado, cómo se hace música sin pensar en premios, en masas que ovacionan desde el primer segundo en repletos estadios con toda la pirotecnia a disposición. 5 cortes (entre los cuales mi instante favorito es La Ruta de las ballenas, una joya que marca memoria) que, quizás, es solo una sospecha, hará pensar a algunos oyentes que todo este esfuerzo está hecho para cada uno de ellos porque ha hallado una forma sencilla de conmoverlos honestamente. Ojalá sea así.