Por José Gandour @zonagirante
Arte portada Zonagirante Estudio
A ver, amiguitos, aquí van dos ejemplos muy recientes de lo alentador y divertido que puede ser el Rock de nuestros tiempos:
Paul Higgs – El misterio de Paul Higgs
Algunos comentaristas musicales no saben como etiquetar la obra de este músico uruguayo residente en la ciudad de Buenos Aires. Claro, es rock, pero es, por muchos momentos, un producto mestizo, ya que incluye pizcas de folclor local, desenfado pop e historias muy personales y cotidianas. Higgs acude en sus canciones a un catálogo de recursos muy variado: Grandes ruidos guitarristícos, percusiones inesperadas, instantes de cuerdas acústicas, momentos de psicodelia… y todo sin perder el contagioso humor que permite tomarse la vida más suavemente. Si me piden usar una sola palabra para describir lo que se escucha en este álbum usaría el término «fresco». Este es un artista que sabe lo que quiere decir y lo expresa de la manera que le da la gana. Se siente libre a la hora de disponer de los elementos y las influencias que tiene a mano y logra establecer su propio sello. Si, suena definitivamente rioplatense, con todo lo que eso significa, respetando a los gigantes sobre los cuales se para, pero Higgs parece bailar sobre la cornisa sonriendo, sin pensar que su riesgo puede llevarlo al desagravio. Se permite, como importándole un carajo, dejar una carcajada en medio de un coro (escuchen Divagar, un temazo, para cantar en medio un parque como si no hubiera nadie a nuestro alrededor). En Otra vez de nuevo hace un divertido relato en el cual cuenta experiencias en Montevideo y en la capital argentina, mientras los tambores crean un feliz ambiente de candombe y sostienen las voces reverberadas, que parecen haber sido interpretadas durante una fogata nocturna. En No te vayas, el corte que abre el disco, luego de un teclado ceremonial, suena una guitarra sencilla y contundente que marca la feliz furia que maneja el músico, como diciendo «bueno, locos, hay que pararse, muevan el puto esqueleto, que si no, nos traga la corriente».
Me gustan los discos así: cortos (veintiseis minutos, apenas), hetereogéneos, sinceros, osados, dispuestos a clavarse en nuestros oídos con una sonrisa venenosa. Este es un álbum que no fueron hechos para hacer terapia íntima, pero bien puede servir para levantar el ánimo en tardes lluviosas posteriores a las peores noticias.
Marina Fages – Haciendo al mundo pequeño y fantástico
Ahora vamos al desenfreno. Este es un disco en vivo, público hasta las banderas, todos dispuestos a reventarse contra las paredes y gritar las tonadas como si no hubiera un mañana. Marina Fages, a quién, si escuchan bien la grabación, podríamos, si no tienen miedo a las expresiones del momento, consagrar como una reina esperada del rock. ¿Exagerado? Quizás. Pero esta mujer de voz ácida y desgarbada, impecables melodías y guitarrazos implacables, se para frente a la masa para exigir que la celebren, y todos, obedientes, porque lo merece, lo hacen sin chistar. Este es un catálogo de 23 canciones hechas a punto de vigor, sin pausa, donde el entusiasmo es contagioso y donde se vence, una vez más, ese caduco concepto de que la adrenalina solo es masculina y debe demostrar quien la tiene más larga o algo así. Escuchar a Marina Fages puede trasladarnosa los mejores tiempos de bandas como Fun People o Boom Boom Kid. Claro, sonando acorde a nuestros tiempos. Con ella podemos decir que vuelve la desfachatez que necesitaba el rock para volver a llamar la atención de las nuevas generaciones, sin perder el tiempo con la nostalgia de los mayores.
¿A qué suena Fages? Los parlantes se sacuden a punta de punk, Hardcore, Rock, pizcas de relajo cercano al pop y al folk, instantes guturales (increíblemente hechos en el segundo exacto, en el instante necesario). Por tonadas como Aguardiente, Lo mejor de mi, Dibujo de rayo (interpretada aquí al lado de Lula Bertoldi), y Un mundo pequeño, entre muchas otras, es que podemos decir sin dudas que la Fages será una figura destacada del rock latinoamericano prontamente. Ojalá pronto recorra todos los países del continente para dar fe de ello.