Por José Gandour @gandour

Algunos lo conocen por su extensa permanencia en bandas como Juana La Loca y Virus. Otros habrán escuchado los halagos que Gustavo Cerati alcanzó a decir sobre su trabajo instrumental. Muchos lo consideran uno de los mejores bateristas de la escena musical argentina y, sin embargo, siempre fue alguien que supo manejar su perfil tranquilo, sin aspavientos. Pero lo suyo no se limita a los tambores.  En el año 2006 presentó su banda Calican Groove donde se dio a conocer como cantante, guitarrista y compositor, y con la que teloneó a Manu Chao en su presentación en el estadio de Ferro en 2015. Igual, desde 2014 empezó a explorar la posibilidad de presentarse como solista y seis años después ha decidido lanzar, luego de presentar hace un tiempo varios sencillos de adelanto, Manzana, su primer trabajo bajo su nombre personal: Aitór. Les puedo asegurar, por experiencia de primera mano, que Aitór Graña es un gran tipo, pero igual lo que nos concierne en esta nota es nombrarlo como músico y puedo afirmar, una vez he escuchado su álbum de nueve canciones, apenas media hora de duración, que estamos frente a un trabajo que merece el mejor de los despliegues para ser oído en todo el continente. 

Manzana es un disco para, no importando en qué clima o circunstancia geográfica lo estemos escuchando, imaginar el aroma de la playa. Pero no relacionen la cercanía del mar con la cursilería o la banalidad. La sonoridad de esta producción se acerca mucho al reggae y otros géneros caribeños similares, pero se atreve a incluir momentos de virtuosidad guitarrera, o acompañamientos de sintetizadores que normalmente no relacionamos con este tipo de texturas. También, como lo podemos observar en el corte inicial, Correcaminos, en Pimp my Carroça o en Cenizas del Amanecer, se siente una llamativa cercanía con aires de rumba flamenca que pronto se transforman en rock and roll de toda la vida.

Cabe destacar Al menos por un rato, su instante más abierto, donde baja la velocidad y juega con teclados ambientales y efectos reverberantes en la voz, con la cual dice una de las frases más notables de sus letras: «Me alegra que me lata el corazón». Así como se nota en esa oración, con la serenidad que expresa la parte instrumental, sus letras y discursos internos no exhiben, ni mucho menos, inocencia, al contrario. Lo suyo es poesía sencilla, contundente, sin necesidad de complicarse con rebuscados vocablos, e igual retando al oyente a reaccionar, a darse cuenta dónde está parado.

Manzana es un disco refrescante, con ánimo experimental sin alejarse del gusto popular, listo para ser disfrutado por cualquiera que esté esperando novedades discográficas que le alivien en tiempos difíciles. Este es un compilado que demuestra no sólo el entusiasmo por crear buena música para el prójimo: Al mismo tiempo, este es una producción que refleja el ánimo bienhechor de un buen hombre que hace tonadas que inspiran sosiego combativo, aliento luchador. Así, como es el mismo Aitór en persona.


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