Por José Gandour @gandour

El epicentro es Santa Marta, ciudad turística del Caribe colombiano. Los dos protagonistas son foráneos. El primero es un bogotano con ganas de vivir frente al mar. El otro, reconocido percusionista, llega desde el estado de Zulia, Venezuela,  y, según cuentan, es un importante representante de la cultura Chimbánguele. Apenas el primero, de nombre Carlos Rosales, ve a Carlos Machado, el otro personaje principal de esta historia, tocar en un evento local, le propone unir fuerzas y sacar adelante un proyecto de nombre Surfer Gorilla.

¿A qué suena este dúo? Para lograr entender mejor esta feliz mezcolanza, le recomendamos traer un ejemplar de la famosa licuadora donde siempre sugerimos combinar, a nivel laboratorio, varios de los elementos más sabrosos de la culinaria musical. Aquí hay funk, cumbia, hip hop, champeta, drum & bass, dubstep y otras hierbas saludables por el estilo. Aquí hay tiempo para la experimentación, el sampling, la sorpresiva mixtura y las ganas de romper los moldes. El oyente no sólo baila sino que, de vez en vez, se detiene y se da cuenta que el esfuerzo que se plantea por recorrer caminos fuera de las rutas de la obviedad da frutos porque se generan giros inesperados alimentados con buen gusto. 

Este año Surfer Gorilla ha sacado dos trabajos discográficos. Del primero, un ep llamado Shalikua Papikua, ya hablamos hace unos meses. Hicimos una descripción parecida a la presentada al comienzo de esta nota. El espíritu de tanteo y suma de elementos poco habituales sigue funcionando, pero en su segunda publicación, Dimos vueltas en el aire!, el discurso se volvió más político. Crece el reclamo ante la corrupción de los poderosos, de la exigencia por la igualdad de todos los humanos, la apertura de fronteras, y el rechazo a la violencia institucional. Estos reclamos aumentan de volumen cuando se intercalan con muestras noticiosas y archivos externos, piezas resonantes que invitan a la reflexión en medio del goce, a no negar la realidad aunque estemos en la euforia de la fiesta.

Dimos vueltas en el aire! encanta porque se nota que la relación entre los miembros de Surfer Gorilla ha avanzado, hay más confianza en el juego de la indagación, en el proceso de exploración. Ya se sienten más sueltos, se conocen mejor y comprenden su potencial. Ya tienen la confianza para buscar una atención más amplia, ser escuchados en cualquier parte del planeta. Su música y sus alegatos merecen ser oídos en donde usted, señor lector, esté leyendo esta reseña. Disfrute y no pierda de vista todo lo que dicen.

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