Por Santiago Ayerbe @santiagoayerbe

La productora y DJ argentina Heidi Lewandoski lanza su disco debut como solista bajo el nombre de Nómada, con su proyecto Kaleema. A ella la conocemos porque ha trabajado con Chancha Vía Circuito realizando giras por Europa y Latinoamérica los últimos 3 años. Además coordina en Buenos Aires el ciclo de global bass & world music Madre de Dios  y ha participado en compilados para Shika Shika, AYA Records, Métron Musik de Londres y como editora de un single con el sello Waxploitation de Los Ángeles.

Sensible a instrumentos acústicos y a su vez a las nuevas herramientas digitales, Kaleema genera ambientes que nos transportan a paisajes andinos, viajes entre la costa caribe y las montañas del continente suramericano.

Lewandoski ha trabajado con música clásica, jazz, hip hop y R&B y ha alimentado su repertorio musical de varias regiones latinoamericanas. Y es que desde sus inicios en la música ha tenido fuertes bases clásicas, como intérprete y estudiante del violín desde los 14 años hasta llegar a tener presentaciones en el Teatro Colón de Buenos Aires. También vivió en Nueva York, una ciudad que propicia la creación artística mestiza y donde confluyen músicos de todas las latitudes y proyectos de vanguardia electrónica con influencias andinas, ritmos afro, cumbias y folklore del continente latinoamericano. Una enorme ciudad cuna de proyectos tales como Ela Minus, Buscabulla, Little Dynasty o Nickodemus y que se suman a la lista de nuevos descubrimientos de la electrónica latinoamericana como Nicola Cruz, Quechuaboi, Quixiosis, Nicolas Jaar, Bioinmigrant, Helado Negro, Sotomayor o Zurita, por nombrar algunos (este último de gran interés para Lewandoski).

Durante el 2009 hasta 2012 Lewandoski vivió en Colombia donde se apropió de varios ritmos, de la riqueza sonora, las percusiones y cadencias de las regiones del altiplano y las costas de este país. Encontramos en ella una fuerte influencia de la cultura negra, donde se potencian los ritmos, tambores, bailes y sonidos orgánicos que nos transportan a diferentes lugares selváticos y mágicos. Seguidora e influenciada también por los proyectos del músico colombiano Mario Galeano, como lo comentó en una entrevista con la revista Thump para quienes realizó, a comienzos del 2017, el Bastardos Podcast #013. Ella demuestra que todo disco debe ser un viaje, una selección de momentos, que, como los latidos del corazón, transmitan diferentes intensidades, sensaciones y ambientes.

El disco de Kaleema es sin duda un viaje, un ritual de reencuentro con lo ancestral, está lleno de sonidos de la selva, paisajes orgánicos, introspectivos y denotan una transversalidad cultural, con apropiaciones de las expresiones sonoras propias de nuestro continente. Podemos presentir una búsqueda por abandonar la mirada europea que se tiene sobre las expresiones locales, recuperando las músicas populares, melodías indígenas, ritmos propios de nuestras regiones. Percusiones afroamericanas, texturas andinas, flautas mezcladas con herramientas propias de la nueva electrónica, viajes por la tierra, del mar a las montañas.

Kaleema presenta en 10 tracks una oda a las raíces y sonidos ancestrales, donde destacamos las colaboraciones con Chancha Via Circuito abriendo el álbum con el track Ánima, marcando el tono que se desarrollará a lo largo del disco; siguiendo con Sierra Leona, una de nuestras favoritas; Ritual,  un camino donde la única luz es la luna; Péndulo con su fuerte presencia en los vientos y las flautas andinas; Copal que en náhuatl es resina o incienso, junto a Lido Pimienta; Retorno de saturno; seguido por Mineral, el secreto guardado de esta producción; Nómada homónimo al nombre del disco y una de las propuestas más tranquilas y relajantes; “¿Hay amor o no?” La pregunta del millón con la rapera argentina y por último cierra con Loto, un final tranquilo, un puerto al que llegamos después de un hermoso viaje. 

Sin lugar a dudas un proyecto al que no hay que perderle la pista y un disco para escuchar varias veces.