Por equipo de Zonagirante.com @zonagirante

La tendencia discográfica ha cambiado demasiado en los últimos años. Las propuestas musicales contemporáneas se concentran más en términos de canciones sueltas que van saliendo a las plataformas digitales, y sólo, cuando tienen un cúmulo suficiente, juntan esas grabaciones y, sin la necesidad de tener una historia conjunta entre las composiciones, lanzan un álbum, pero quizás sólo por señalar una época, un período de tiempo en el que el artista marcó una tendencia en sus labores y poco más. ¿Nos gusta eso? Muy posiblemente no, pero, por el momento no hay mucho qué hacer. Extrañamos los discos de varios cortes como tendencia común, pero igual a muchos les ha convenido transformar su trabajo en una suma de pequeños proyectos que se van estrenando durante unos cuantos meses, buscando integrarse a las playlist del momento y defendiéndose en el mercado con expresiones de cuatro minutos o menos. Desde hace un buen rato que pocos (en porcentaje, frente al resto de los consumidores de música en el mundo) compran álbumes para engrosar su colección y es una minoría ínfima el número de  bandas que entran al estudio soñando en armar de un sólo tiro una placa extensa de tonadas, tratando de conseguir el próximo Let it bleed o el siguiente Rumours de su generación. Hoy por hoy se trata de ser admirados, bala por bala, en medio de una casi imposible batalla por reclamar la atención de la audiencia.

Igual, siguen saliendo los compilados de canciones. Circulan ya sea en formato de EP (Extended play, reproducción extendida, una colección de temas muy larga para considerarse como sencillo, y muy corta para considerarse como álbum), 3, 4 o 5 canciones, con una duración máxima de 15, 18 minutos, o los ya formalmente llamados álbumes, discos, o nostálgicamente Long play o Larga duración, con una suma superior en la duración y en su catálogo de cortes. Y algunos de ellos son genialidades, extraordinarias piezas sonoras que se comprenden mejor en conjunto que en su presentación separada, despedazada (a veces el rompecabezas se admira más cuando ya está armado y uno entiende el notable esfuerzo de quien se tomó el tiempo de organizar todo el cuadro). De ocho producciones notables hechas en nuestro continente queremos hablar en esta ocasión. En el espíritu de Zonagirante.com, hemos seleccionado títulos autogestionados o elaborados con el apoyo de pequeñas compañías discográficas, grabaciones que se destacan por su calidad y que deseamos que pronto sean reconocidos por una audiencia más amplia. Tenemos música procedente de México, Argentina, Colombia, Chile, Brasil y Perú, que queremos que haga parte de su banda sonora personal. Discos hechos, quizás, para entender mejor el espíritu de estos días tan confusos, tan convulsionados. En nuestra selección hay un par de nombres que ya gozan con la gracia y la atención de una porción importante del público atento a las expresiones independientes, y nos alegra la creciente atención que han generado. Otros nombres comienzan a despertar interés entre los que más investigan y ya hacen parte del cuchicheo de los aficionados locales, que van rotando sus ruidos entre sus conocidos. Como dice una rusa popular en las redes, ahí les va.

(Advertencia del editor: Las notas publicadas a continuación tienen contenido textual utilizado a la hora de escribir las reseñas originales)

 

normACro9quis

Chivas Argüello, voz principal y líder de esta banda radicada en la ciudad argentina de La Plata, insiste en decir en todas las entrevistas  que hace su conjunto es «música incómoda». Si la incomodidad se refleja en las ganas que tenemos de saltar y romper las paredes apenas escuchamos los primeros sonidos de temas como Yisou, Amarnos o Chimangos, si nos exaltamos con el quisquilloso ruido de sus guitarras y si logramos convencernos después de recorrer los cuarenta minutos que dura este trabajo que el rock, entre tanta basura, aún tiene su ápice de esperanza, debemos continuar así, fuera de nuestra zona de confort, disfrutando del valor de lo extraño, de lo inusual, de la rara avis que nos confronta. Si nos obligan a  escoger una sola placa que represente dignamente lo publicado este año, no dudaríamos en escoger esta genialidad contemporánea.

Niña DiozAmor, locura y otros vicios

Lo dijimos en nuestra reseña a la hora del estreno de este álbum: Carla Reyna, artista regiomontana que actúa bajo el nombre de Niña Dioz,  ha hecho del hip hop la tribuna de sus discursos sobre la diversidad sexual, el consumo de sustancias psicotrópicas y el jolgorio eterno, y ha logrado  un compilado de canciones, llamado Amor, Locura y otros vicios, que, a medida que lo fuimos escuchando, confirmamos, sin lugar a dudas, que pocos trabajos han sido tan valientes en su diatriba y tan divertidos en su resultado. Este es un disco armado con la suma de éxitos hechos durante los últimos años, pero, al configurar el paquete, conserva toda la coherencia que pretende esta notable mexicana, que nunca oculta lo que piensa y lo que siente, y es capaz de reírse de todos nosotros y de si misma, con tal de vernos llenarnos de un espíritu rebelde que no hace concesiones.

Camila MorenoRey

Otro disco que no se la pone fácil al oyente distraído, al que quiere simplemente poner música de fondo mientras hace otras cosas en su casa. Este no es un álbum para escuchar por primera vez acompañado de gente que apenas nos conoce. Si va a oír Rey, de la chilena Camila Moreno, por primera vez, apártese de su manada y prepárese para ser sacudido por un puñetazo emocional, por una hiriente caricia que pretende conmoverlo desde el primer segundo. Si quiere, mientras vive la experiencia de cincuenta minutos que dura este compilado, califique una o dos veces esta placa de rara, quizás bizarra. Repetimos lo que dijimos al escucharlo en la primera reseña: Moreno, quizás sin darse cuenta, ha construido de forma personal una biblia sonora referencial que quizás, en el futuro, a quien escuche este material, le permitirá comprender de algún modo las intensas jornadas que todos hemos vivido, las dudas en las que hemos naufragado, y ese pequeño reposo emocional que hemos encontrado en obras maestras como esta grabación.

Sonoras mil Agüeros

¿Saben cuantos grupos colombianos han intentado descubrir la despiadada fórmula de la fusión adecuada entre el sonido estridente del rock y el variado folclor de la tierra que los vio nacer? Muchos, muchísimos, algunos con un atrevimiento tan ofensivo, que todavía creen que la suma se da simplemente yendo a bailar los fines de semana a los lugares de música popular de moda, copiar lo que escucharon y añadirles distorsión guitarrera. ¿Cuántos lograron hacer la magia precisa para lograr propuestas decentes y no morir en el intento? Bueno, nuestra lista de afortunados que lo consiguieron se conforma por pocos nombres, y el primero que incluimos en la lista es este: Sonoras Mil. Sospechamos que el secreto de esta agrupación bogotana reside en la psicodelia que se respira en su quehacer, en el respeto que le tienen a los sonidos locales, a los cuales acuden haciendo la reverencia debida, y a que nunca se pierden en la ruta de elaborar buenas tonadas, listas para poner a bailar cualquier cintura agraciada y cualquier deseo del más tieso.

Mariana MichiHijo de campeones

Mariana Michi, nos da la impresión, intenta todos los días reinventar el pop. Cada vez que escuchamos este álbum, hay un sonido que se nos incrusta en el cerebro por días, un sonido inesperado, uno que rompe esquemas tradicionales del género y nos expone a una nueva experiencia auditiva. Además nos pone a cantar desde el primer momento sus explosivas melodías, las que, cuando invaden nuestros oídos, nos hacen prisioneros de ellas irremediablemente. ¿Se acuerdan de nuestra torpe metáfora de los rompecabezas? En este caso, muchos de los que hemos oído este disco, hubiéramos deseado ver todo el proceso de construcción, la experimentación vivida, la forma cómo la artista abordó la elaboración de cada pista, sin perder el sentido de la composición. Esta es música juguetona, pero, como dijo Borges alguna vez, «hay que jugar, pero hay que hacerlo como los niños, seriamente».

Dom La Nena Tempo

Reside en París. En su pasaporte, esta artista brasileña responde al nombre de Dominique Pinto, y desde pequeña su instrumento fue el chelo Ahí ya se comienza a marcar la diferencia, ¿no? Sus años de infancia y adolescencia se reparten entre su país natal, Argentina y Francia. Dice su información biográfica que ha colaborado con los proyectos artísticos de personalidades destacadas como Jane Birkin, Jeanne Moreau y Etienne Daho. Su tercer álbum, Tempo, contiene tonadas hechas en portugués, inglés y español, elaborado teniendo como base una combinación de géneros que transitan entre el tango, el jazz, la chanson français, el bossa y el vals, donde la prioridad es la conmoción del oyente, hacerlo sentir una ternura inaudita, la que no cae en la cursilería y más bien nos inunda de una fuerte emotividad que nos protege de las consecuencias de las malas jornadas vividas. Un disco exquisito que se puede escuchar y asimilar en cualquier rincón del planeta.

Aura Blum Agridulce

Al incluir este corto compilado de cuatro canciones entre nuestro material favorito de 2021, no sólo queremos honrar la gran labor de esta artista limeña, brillante exponente de lo que en viejas épocas darían a llamar «shoegaze» o «dream pop». También aprovechamos para señalar el evidente buen momento de las exponentes femeninas peruanas, quizás uno de los fenómenos más interesantes del momento en América Latina, un tesoro aún oculto para la mayoría de la audiencia del continente, donde, en multitud de géneros, mujeres de las nuevas generaciones están publicando parte de lo mejor que podemos disfrutar en la música del momento. Volviendo de manera específica a lo hecho por Blum, aquí observamos una preciosa esencia de melancolía hecha a punta de guitarra eléctrica, música perfecta para un viaje vespertino en la carretera, que nos conduce por los caminos que transitaron en algún tiempo bandas de antaño como los escoceses The Jesus and Mary Chain o Mazzy Star. Sana tristeza para cerrar cualquier día.

Hiperlaxo – Sur

La curiosidad nos llevó a encontrarnos en Bandcamp con este proyecto chileno, al cual nos atreveríamos a identificarlo con una mezcla insólita de composición  contemporánea de conservatorio, jazz de los años cincuentas del siglo pasado y hip hop de nueva data. Esta es  una pieza musical presentada en tres cortes y cuatro movimientos, que, instrumentalmente, ha sido hecha con trompetas, trombones, saxos, teclados, bajos, batería, secuencias y voces. Dura en total 21 minutos y se acomoda más fácilmente al formato de una sinfonía clásica antes que una pieza de estructuras populares. Este disco es un ejercicio intelectual valioso, que debería, en medio de tantas nimiedades que nos han vendido para disimular la desgracia, prevalecer, al menos por un rato en nuestras memorias, para, quizás, pensar que en medio de esta crisis hay algún provecho que no podemos dejar de lado y disfrutar.  Traiga sus audífonos y dese la libertad de oír esta propuesta inusitado, temerario, pero, finalmente, espléndido e imperdible.

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