ohlaville2Por Jose Gandour @gandour Fotos de Paula Ortiz

Se puede pensar en estos días que el rock colombiano está pasando por una de sus mejores etapas históricas. Estos son tiempos donde vemos que las nuevas generaciones musicales han encontrado un trayecto en el cual logran  una identidad propia que no está forzada a etiquetarse con las raíces folclóricas criollas para sentir que están haciendo algo propio, algo local, algo que los distingue del resto de la escena mundial. No se trata de establecer cerrados conceptos de identificación, es más bien notar que el rock colombiano está logrando un nuevo sonido que se vuelve interesante no sólo entre sus vecinos sino que tiene la capacidad de llegar de lleno al ambiente latinoamericano. Un gran ejemplo de ello, lo hemos hecho notar antes, es Oh’laville.

Después de muchos reconocimientos obtenidos por los medios especializados y grandes medios, este cuarteto bogotano está pasando por una etapa muy dulce, que disfrutan mientras preparan su plataforma de despegue a la conquista del continente. Ellos, que pasaron de las guitarras acústicas a la expresión eléctrica sin abandonar esa tersura que siempre los ha caracterizó, han elaborado en los últimos tiempos un sonido complejo, que no desperdicia la oportunidad de añadir texturas y capas sonoras que cubren y consienten el oído del espectador. Aquí la voz rasposa de Mateo París se torna al mismo tiempo placentera y dolorosa, en una especie de abrazo que nos calma y al mismo tiempo nos inyecta una adrenalina inesperada, que activa nuestro grito emocionado y un intenso salto en medio de la audiencia.

Un desfile de esqueletos, su nuevo trabajo, es un compilado de 3 canciones que sale dos años después de su exitoso álbum Anaranjado. Este Ep siente y agradece el peso de la madurez y del riesgo, en un espacio que se reune el buen quehacer de las melodías, una oscuridad saludable en la instrumentación y una intensidad que aleja todos los temores de extravagancia que podrían sospechar los más celosos. Son tres grabaciones que, en menos de 13 minutos, logran satisfacer al más exigente de los aficionados y definitivamente alcanza a cautivar a propios y extraños. Asumiendo decisiones personales, el mejor momento de esta producción está en su tema Los Caminos, una composición que sabe elevar la tensión en medio de una nostalgia perfectamente elaboradora, creando un sentimiento sonoro en extremo conmovedor.

A este lanzamiento lo acompaña el video de La Superficie, el primer sencillo promocional. Este es un clip de fina factura con una simbología poderosa y atrapante. El clip logra captar de manera atractiva la pausa y el apasionamiento que contradictoriamente consiguen mezclarse en el paso de la canción. Es un video que expresa correctamente la vehemencia del tema.

Poco a poco cierra 2016, un año que Oh’laville seguramente nunca olvidará, por sus múltiples reconocimientos y avances. Eso si, intuimos que lo que viene será la ruta de una agrupación que puede ser la nueva sensación del hemisferio en poco tiempo. Seguramente seguirán haciendo canciones que romperán barreras y cautivarán al oyente como es debido.

 

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