Por equipo de Zonagirante.com @zonagirante

Robert Nesta Marley se nos fue muy pronto. A estas alturas de la vida tendría apenas 74 años y seguro que todavía lo veríamos de vez en cuando en los escenarios más importantes del planeta. Seguro que tendría mucho que decir sobre lo que ocurre en el mundo en este momento y apostamos hasta la camisa que sus nuevas canciones serían un dolor de cabeza para los extremistas, racistas y supremacistas que nos acechan en estos días. Pero eso no ocurrió. El 11 de mayo de 1981, en un hospital de Miami, cerró los ojos y no pudo seguir más. El cáncer lo devoró en pocos meses y, al despedirse de su familia, sus últimas palabras, fueron a su hijo Ziggy, a quien le dijo: «El dinero no puede comprar la vida».

Muchos de los adolescentes del hemisferio han tenido en algún momento de su vida un afiche con su imagen, y  muchos colgaron su foto rodeado de humo y pensaron, mientras la veían, que la vida sería más fácil si estuvieran un buen rato viviendo en Nine Mile, a pocos metros de la casa donde nació el maestro, fumando todo el día, y dejándose crecer el cabello hasta poder escandalizar a la familia, hablándoles de mensajes de paz y amor y oliendo a sustancias verdes ilegales.

Pero Marley no fue simplemente un personaje que envolvía sus palabras en cannabis. Fue el artista que hizo de millones de esperanzados oyentes en todo el orbe disfrutaran del esplendor del reggae y confiaran en sus palabras que hablaban de rebeldía y días mejores para la humanidad. Sus composiciones, en cualquiera de los formatos de publicación de la música que hay actualmente, siguen sonando en multitud de equipos de reproducción y, a pesar de su muerte hace ya más de treinta y ocho años, según cifras de Spotify, al menos diez millones de personas escuchan sus producciones originales cada mes. Bob Marley está a la altura de los más grandes de la historia de la música, eso es indudable.

Al seguir con nuestros especiales que rinden homenaje a estas figuras con una playlist armada exclusivamente con covers hechos en América Latina, nos encontramos con diez joyas muy divertidas e inesperadas. Comenzamos el recorrido con el brasileño Luis Carlihnos, quien en 2017 lanzó un álbum acústico con versiones de temas hechos por el jamaiquino, y de cuya colección escogimos Waiting in vain.

En este compilado tenemos momentos curiosos, como el protagonizado por Antibalas, latinos residentes en Nueva York, que grabaron Rat Race con un uso intenso de percusiones que no descansan en ningún momento de la producción. También tenemos una lisérgica interpretación de No Woman No Cry, de parte de Andrés Calamaro, que incluye voz distorsionada y un momento que parece tomado de un efusivo rave británico. La  banda chilena Pánico registra, con espíritu techno, Buffalo Soldier de forma casi irreconocible, logrando despistar a cualquiera de los oyentes. Attaque 77 saca su carga punk y hace una interesante producción de Redemption Song, que acompaña con una traducción respetuosa del texto inicial. 

En fín, desde Argentina, Brasil, Chile, Brooklyn y Cuba, traemos visiones particulares y excitantes que hacen tributo a un eterno que seguimos extrañando. Saludos Bob donde quiera que estés.

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