Por José Gandour @gandour Foto Carlos H. Juica A.

Estos muchachos si saben hablar de despecho, saben recuperar el bolero de antaño, mezclarlo con un espíritu rockanrolero auténtico, y hacer canciones que curan las penas del corazón. Este dúo de chilenos llamados en conjunto La Big Rabia, viene viajando por el mundo sabiendo hacer de la nostalgia una semilla joven y rebelde que logra convencer con su arte a los oyentes. Su disco, llamado simplemente La Big Rabia, ha ido tomando posiciones de seducción entre la audiencia hispanoparlante y ha logrado llamar la atención de aquellos que ya creían perdida la facultad de crear tonadas dolorosas sin caer en la, para muchos, obligada cursileria. Es bella esa sensación de escuchar melodías marinadas en alcohol, que tienen el atributo de sanar heridas sentimentales y que consiguen luego perdurar en la memoria para seguir ahogando desgracias amorosas.

La Big Rabia, además, se especializa en lanzar videos de exquisita factura donde, con pocos elementos a mano, sabe construir historias audiovisuales emocionantes. En este caso, con su último clip, Dime, a través del buen uso de la cámara lenta, los planos fotográficos delicadamente diseñados, los tonos elegidos para profundizar la oscuridad de la música y el buen humor en medio de la desventura (el detalle de la licuadora es encantador), se enaltece, a través del resultado óptico, el buen trabajo sonoro.

Con su colección de videos, este dúo, conformado por Sebastían Orellana e Iván Molina,  ha logrado afianzar una estética propia, que supera las diferencias generacionales que pueden existir entre su potencial público. No es exagerado afirmar, a partir de todos sus trabajos discográficos y audiovisuales, que La Big Rabia es una propuesta contemporánea que merece recibir mayor atención del público que busca refugiarse detrás de aquellos que se esfuerzan en hacer música para trascender.