Por José Gandour @gandour

Por mala costumbre, por prejuicios, por alguna falta de información y por algún asunto de vergüenzas mal manejadas, muchos hemos relacionado el disco pop solamente con ambientes sofisticados, frívolos y pomposos. Pocas veces se nos ha cruzado por la mente añadirle condimento punk y discurso militante a una acción que, de por si, si nos damos cuenta y lo pensamos de manera seria, puede ser el acto más revolucionario de cada día: bailar. Si, bailar, explotar el cuerpo hasta el cansancio al ritmo de la mejor música. Si, en estos tiempos agitados, de intensos cuestionamientos al poder establecido y manifestaciones populares en todo el continente, viene bien salir por un momento de las tradicionales y toscas arengas que siempre escuchamos en las concentraciones y encontrar un ritmo más frenético y festivo para acompañar las protestas. Es hora de meter el disco pop a los ambientes obreros, llevarlo a las fábricas, e integrarlo a la banda sonora de la producción industrial. Poner los textos que invitan a la danza al lado de los panfletos sindicales y, ¿por qué no?, interpretar las canciones de celebración en medio del ruido de las máquinas de manufacturación. Y si, eso fue lo que hizo Laika Perra Rusa en el Taller Zilio (el taller metalmecánico más antiguo de la ciudad de La Plata). Grabado en vivo a tres cámaras, con un set de canciones que dura un poco más de cincuenta minutos, la banda argentina presenta su show Jornada.

Laika Perra Rusa, agrupación conformada por Juan Badini, Gastón Figueroa, Guido Dalponte, Adrián Oviedo, Felipe Muñoz Jabre y Elías Zapiola, ha seleccionado para esta ocasión material de sus últimos álbumes, Marcha I y Marcha II, para exhibir una puesta en escena muy particular, donde conviven con el estruendo fabril y la grasa de las cotidianas herramientas, vistiendo, además, los uniformes de la empresa anfitriona. Si, a pesar de lo que puedan decir los manuales del esplendor discotequero, aquí hay jolgorio, no lo duden. Las cámaras reflejan las ganas de movimiento de sus operadores y la edición final es espléndida en su esfuerzo por no perder la magia del instante, esa fantasía proletaria donde la revolución se acelera con la oscilación corporal y el beat constante de las tonadas. En resumen, este es un video hecho para romper moldes y no dejar de danzar. Como ellos mismos dicen en su comunicado promocional: Si no se puede bailar, no es mi revolución.

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