Por José Gandour @gandouristan

A ver, ¿cómo arrancamos esta nota? Lo primero que hay que decir es que este registro visual es una buena lección de cómo hacer y planificar un video en vivo, evitando caer, como lo hacen la mayoría de las grabaciones de este tipo, en el tedio y el aburrimiento irremediable. ¿Han notado que muchos de los clips de este tipo parecen haber sido ideados hace cinco minutos y, por tanto, se espera demasiado de los artistas para ganarse el favor del espectador? ¿Se han dado cuenta que muchos de los «productores» que asumen este tipo de proyectos creen que todo es poner la cámara, una iluminación que se encargue de mostrar, a veces exageradamente, a los músicos y que lo único que se cuenta es el salto y el gesto exagerado de los que están en tarima y nada más? ¿Ignoran los encargados de realizar este tipo de labores que lo suyo no se distancia mucho de lo que cualquiera puede registrar con sus celulares, quizás con la mano más temblorosa, en medio de cualquier concierto? Bueno, aquí hay algo disconforme, especial, precioso. 

Hagamos una presentación de datos iniciales:  Santiago de Chile. Rubio (Fran Straube) en el Encuentro Imesur. Este video dura once minutos y treinta y tres segundos y suenan en vivo dos canciones, La Especie e Ir. Grabado y producido por Quijote films / Salvador Parra. Ahora si, a lo que vinimos:  La historia se empieza a narrar desde el primer segundo de manera diferente. Mientras se disparan los primeros sonidos de la tonada que abre la sesión, se ve a Fran mezclándose entre los asistentes, marcando el paso de danza libre que desata la música. El encargado de la  SteadiCam, que no corta en ningún momento, y que no desplaza sus funciones a otro lente, sigue a la artista, que sale del pequeño tumulto y llega al espacio de la agrupación. No hay tarima. Todos, asistentes y banda, están al mismo nivel de altura. El relato lo cuentan a partir de ese instante las luces y el movimiento de la cámara. Obviamente Fran sabe ser el centro de atracción, con sus acercamientos, sus gestos de baile y la manipulación de sus instrumentos. Un detalle importante: La iluminación acompasa la oscuridad de la canción, el protagonismo lo genera el ambiente, no es fotografía que abusa del brillo buscando reflejar todo lo que pasa entre los artistas. Más bien el diseño visual se esfuerza en que la audiencia, tanto la realmente presente en el teatro La Cúpula, como la que acude a reproducir el show en Youtube, se metan en la película. Elegancia y coherencia, nos imaginamos que esa la misión de todo lo visto y esta claro que se logró.

Los asistentes, como se ve en la introducción de Ir, se han sentado. Eso también genera puntos de información de lo que está sucediendo. Todo está plenamente coordinado, no hay improvisación. Insistimos, aquí se está planteando una especie de obra teatral que usa el esquema de concierto para contar de forma precisa lo que Rubio genera en la atmósfera. Los once minutos y medio han pasado. Todo ha sido distinto. No ha sido la repetición de la repetidera. Es hora de volver a ver todo de nuevo. Eso es lo que podemos llamar verdadero placer.

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