By the Zonagirante.com team @spinning zone
Cover art by Zonagirante Studio
Del golpe clásico de Roland al sintetizador místico de Telepathic Instruments, un repaso divertido (y algo absurdo) de las últimas tentaciones electrónicas del mercado.
Hay quienes creen que la música se hace con talento y emoción. Los demás sabemos que también se hace con botones, perillas, luces y la sospecha constante de que estamos a punto de romper algo. Por suerte, la industria musical sigue lanzando juguetes que nos devuelven la ilusión del descubrimiento: máquinas que suenan, vibran y a veces parecen hablar.
Estas son cinco novedades que, sin exagerar demasiado, podrían cambiarte la manera de jugar con el sonido.
Roland TR-1000: el regreso del golpe seco
Roland entendió que la nostalgia no se vende sola: hay que remezclarla. Su nueva TR-1000 no es solo una reedición de sus clásicas cajas de ritmos (sí, esas que marcaron el ADN del techno y el hip-hop), sino una reinvención analógica que respira como los viejos monstruos, pero con pulmones nuevos.
Tiene dieciséis circuitos analógicos, un sistema de sampleo heredado del SP-404 y la posibilidad de conectarse a casi todo lo que tengas en tu estudio o laptop. En resumen: el 808 y el 909 tuvieron un hijo que fue al gimnasio y aprendió MIDI.
Ideal para quienes aún golpean la mesa con los dedos cuando escuchan un beat.
Sequential Fourm: el alma de Dave Smith sigue hablándonos
Los sintetizadores Sequential siempre han tenido ese halo de respeto de museo, pero con olor a whisky y cables. El nuevo Fourm honra la tradición de Dave Smith —el hombre detrás del Prophet-5 y el MIDI— ofreciendo un sinte analógico polifónico de cuatro voces con aftertouch y una matriz de modulación tan flexible que parece tener sentido del humor.
Suena cálido, agresivo o delicado según el día y tu nivel de paciencia. Es el tipo de sinte que te obliga a escucharte antes de grabar, lo cual no siempre es malo.
UDO DMNO: dos cerebros, un corazón mutante
UDO lleva un tiempo explorando lo híbrido, y con el DMNO han creado algo que parece dos sintetizadores discutiendo dentro de la misma carcasa. Cada uno tiene cuatro voces, pero pueden unirse para formar un solo monstruo de ocho cabezas sonoras.
Combina osciladores digitales con filtros analógicos, secuenciador de 64 pasos, arpegiador y modos de modulación tan creativos que uno termina sonando como si supiera lo que hace.
Perfecto para quienes aman torcer el sonido hasta que se vuelve irreconocible.
Telepathic Instruments Orchid: el sintetizador místico
Este es, literalmente, un sintetizador de acordes. Fue diseñado para quienes creen que una sola nota no basta y que los acordes también merecen distorsionarse.
El Orchid es colorido, extraño y encantador. Incluye presets creados por Kevin Parker (Tame Impala), efectos integrados, filtros mejorados y una interfaz que no asusta al principiante pero tampoco aburre al veterano. Además, viene con un plugin que replica su cerebro digital para que puedas usarlo en tu DAW.
Si existiera un jardín botánico del sonido, este sería su orquídea principal.
Dubreq Stylophone Gen X-2: el juguete que creció
El Stylophone era ese mini teclado que parecía sacado de una película de ciencia ficción de los 70, tocado con un stylus diminuto. Ahora, el Gen X-2 dejó la escuela y se integró a los adultos serios: puedes tocarlo sin lápiz, tiene CV/Gate para modular, delay, sub-oscilador, filtro analógico y un panel táctil que responde al maltrato con dignidad.
Compacto, barato y raro, es el instrumento perfecto para grabar un disco experimental desde el sofá.
Conclusión absurda pero cierta:
Estos cinco juguetes demuestran que la música sigue siendo una combinación peligrosa de obsesión y juego.
Y aunque las marcas hablen de innovación y fidelidad sonora, la verdad es otra:
-
Ya no basta con tener presets bonitos. Los nuevos instrumentos te invitan a equivocarte, a sonar sucio y descubrir belleza en el error.
-
El mito del productor de dormitorio se cayó. Hoy, con estos bichos, cualquiera puede montar su pequeño laboratorio sonoro sin pedirle permiso a nadie.
-
El sonido perfecto está sobrevalorado. Lo que importa es el temblor que produce el primer loop, el error feliz, la textura que nadie más tiene.
Así que sí: llama “juguetes” a estos aparatos, pero juega en serio. En una época donde casi todo parece simulado, torcer un knob real sigue siendo un acto de resistencia (y de amor).



