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Los artistas revisan su bolsillo

En la industria musical de hoy, parece que ya no hay dudas: el músico sigue siendo el eslabón más débil de la cadena. Una vez más, los reportes recientes sobre el streaming lo confirman. Los números cambian, los términos se actualizan, los comunicados de prensa prometen “modernización”, pero en la práctica, los bolsillos de los artistas continúan siendo los más castigados.

Si antes decíamos que con lo que pagan las plataformas es imposible vivir de la música, ahora habría que añadir que cada nueva regla estrecha aún más ese margen. Las cifras recientes muestran, con claridad, cómo el sistema se acomoda para sostener a los grandes jugadores, dejando al músico independiente —el que aporta frescura, riesgo y diversidad— en condiciones cada vez más precarias.

1. Lo que paga cada stream: caída y leve estabilización

Según Duetti, una plataforma que invierte en regalías futuras de artistas independientes y analiza a fondo los números del sector, en 2024 se pagaron en promedio US$ 3,41 por cada 1.000 streams globales. Es menos que en años anteriores, pero empieza a verse cierta estabilización.

Un detalle interesante: Amazon Music aparece entre los servicios que más pagan por reproducción, muy por encima de Spotify. Pero, claro, el mercado sigue dominado por este último, lo que convierte cualquier comparación en una paradoja: paga peor, pero todos sienten que deben estar ahí.

2. Spotify sube la vara: mínimo 1.000 streams al año

Con la política llamada “Modernizing Our Royalty System”, Spotify decidió que solo se pagarán regalías a los tracks que superen las 1.000 reproducciones en 12 meses.

Esto implica que millones de canciones quedan directamente por fuera del reparto. Hasta ahora generaban poco, sí, pero eran ingresos reales para artistas pequeños. Lo que parecía una mínima recompensa por subir la música a las plataformas, desaparece. Y la pregunta incómoda surge de inmediato: ¿qué pasa con todo ese dinero acumulado de canciones “inútiles” para el sistema? Según estimaciones de la industria, hablamos de entre US$ 40 y 47 millones anuales que cambian de bolsillo.

3. La sorpresa de los géneros de nicho

El mismo reporte de Duetti revela algo inesperado: algunos géneros de nicho, como el jazz contemporáneo, la música clásica, ciertos estilos de metal progresivo y la electrónica experimental, están generando más dinero por stream que los géneros mainstream.

La explicación es sencilla: esas comunidades no dependen del algoritmo, ni de las playlists “oficiales” que muchas veces reducen las tarifas. Son oyentes fieles que buscan directamente lo que quieren escuchar. En resumen, en el universo del streaming, ser pequeño y auténtico puede resultar más rentable que intentar competir con el reguetón, el pop o el trap global.


El pastel del streaming sigue desigual

Según MIDiA Research, el reparto de mercado en suscriptores sigue así: Spotify (31%), Apple Music (15%), Amazon Music (13%), Tencent (13%), y más atrás, YouTube Music (9%).

El problema es evidente: aunque Amazon o Apple paguen mejor, el peso de Spotify obliga a permanecer en su juego.


Conclusión

Cada vez que aparece un nuevo informe, la historia se repite: los músicos independientes cargan con la parte más pesada del sistema. Los pagos son bajos, las reglas se endurecen y, sin embargo, el discurso oficial insiste en que el streaming “democratizó la música”.

Lo que vemos, más bien, es un modelo que se sostiene gracias a la ilusión de la visibilidad: estar en las plataformas parece imprescindible, aunque los números rara vez respalden ese esfuerzo. Y mientras tanto, millones de canciones quedan condenadas al silencio digital, incluso antes de nacer.

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