Por equipo de Zonagirante.com @zonagirante

Treinta y un años después, Putumayo Records sigue vigente y publicando música inesperada. Si, es decir, música originada en las perisferias del mercado internacional, con las estructuras originales de sus ritmos, que ha sido registrada para un público progresista residente mayoritariamente en los países del primer mundo, con ganas de salir de las líneas comerciales tradicionales y meterse en el extenso espacio «exótico» que abarca gran parte del orbe. Putumayo es un sello empeñado desde hace más de tres décadas en mostrarle a sus seguidores, gente de mente abierta (y quizás contagiados de pretención intelectual), que el planeta es mucho más rico, sonoramente hablando, de lo que imaginan, y que, de vez en cuando, hay retirar la mirada (y el oído) del ombligo para entender su complejidad. Una misión muy complicada, en un entorno donde acudir a la etiqueta de «world music» significa asustar a más de un gringo blanco de origen anglosajón que se espanta con aquello venido de otras fronteras. Apostamos a que Donald Trump no tiene entre su colección de discos algún ejemplar de esta discográfica nacida en Nueva York.

Putumayo ofrece sus compilados para que sus clientes, por menos de diez dólares, descarguen su contenido. Lo suyo es una fina curaduria para elaborar álbumes de diez canciones (dos por mes) donde, bajo un tema geográfico o genérico en particular, reúne grabaciones que correspondan al tópico seleccionado y, con un claro propósito de educar a su audiencia, propone una experiencia auditiva de poco menos de una hora, buscando provocar un imaginario viaje por regiones lejanas. El último título de su catálogo es Caribbean Celebration, una decena de tonadas hechas por artistas nacidos en Haití, Colombia, República Dominicana, Martinica, Guyana Francesa y Barbados, en tono de reggae, compas, calypso, zouk, y otros géneros de la región.

Caribbean Celebration es un disco que suma alegría, nostalgia acústica y evidentes muestras del creciente espíritu que reside en las islas del Caribe por conservan los estilos tradicionales de música, sin perder de vista las expresiones que pueden manifestar las nuevas generaciones. Un detalle para nada menor es el esfuerzo de los compiladores por demostrar la riqueza sonora de Haití, un país al que solo relacionamos con tragedias y miserias, perdiendo de vista su valor cultural. Nos agrada, además, la inclusión de un artista de la Isla de Providencia, Elkin Robinson, al que apreciamos de manera especial, ya que ha recuperado para los colombianos continentales el placer del sonido insular, que, por su constante promoción, retumba en diversos parlantes del mundo entero. 

Este álbum se puede encontrar en las distintas plataformas digitales existentes, pero hemos preferido exhibirla para todos ustedes en el formato de Bandcamp, para que disfruten de las ilustraciones de Putumayo  y, de paso, si desean, comprar el contenido y apoyar una empresa cultural que sigue presentando la inmensa heterogeneidad del planeta, en medio de la unidimensionalidad de su entorno. 

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