Por José Gandour @zonagirante

Insisto (e insistiré, durante mucho tiempo) que lo más interesante de la música proviene de lo que antes (no sé si ahora)  llamaban el underground. No se confundan, no estoy diciendo que todo ruido que emane un artista independiente es digno de ser defendido ni favorecido por el oído de los aficionados a la música. No. Es más, si transitamos un buen rato por lo que nos ofrece todos los días Bandcamp, plataforma digital de contenido preferencialmente autogestionado, hay demasiada basura pidiendo la atención de los despistados (bueh, la verdad es que lo mismo pasa en los círculos más comerciales, ¿no?). Pero, ustedes seguramente compartan conmigo que es tremendamente satisfactorio encontrar un buen disco hecho por fuera de los circuitos más populares que confirma que en las perisferias del la industria musical hay tesoros que, si la justicia existiera en el mercado, deberían recibir mayor atención de parte de la audiencia.

Siempre hago este chiste, ya viejo en mi memoria, pero es que, la verdad, no se trata de presumir de ser aficionado al grupo polaco que hace música industrial tocando la marimba con los pies u otros proyectos exóticos que sirven más para la petulancia que para el verdadero gusto musical. En esta ocasión hablo de un álbum que creo fervientemente que, si tuviera la forma de ser escuchado de forma masiva, recibiría la atención que se merece. Hago referencia a Canciones para disfrutar de las dudas, de la banda peruana Satélite Menor.

Este es un disco que en medio de la complejidad de sus sonidos, provenientes del shoegaze, el dream pop y el grunge, es tierno y afectuoso en su discurso. Sus letras pueden ser entendidas por cualquiera que haya sentido cualquier cosa parecida al amor, al deseo, a la culpa, a la desgracia y a la nostalgia. Además estas palabras estan presentadas con espléndidas melodías que saben navegar en medio del huracán instrumental.  Son textos que hubieran podido ser interpretados por Sandro, Raphael, Leonardo Favio o Jeanette. Pero lo escrito en estas tonadas expresa un sentimiento que nace en la intimidad del garage, que no se mide en la posibilidad de repetirse como un  karma vacío o un éxito radial inmediato. Aquí hay versos como este:

Hay vacíos imposibles de llenar

Y el invierno detrás de un huracán

Puedes olvidarlo o lo puedes odiar

Los registros tan distintos a sanar

Tomemos una decisión dice el manual de la aflicción

Como enfrentar lo inacabado

Y preguntarle a la pared si guarda un eco en su piel

Y condenar lo nunca dado

Canciones para disfrutar de las dudas es un álbum que contiene diez grabaciones imperdibles para aquellos que quieren renovar su confianza en el rock independiente, para los que creen que la buena música contemporánea no sólo se genera en los grandes centros culturales del planeta, para los que aún desean descubrir joyas sonoras en medio del desaliento que nos proponen los grandes medios. Este disco es una confirmación más de que Perú tiene mucho que ofrecer al oyente mundial (y particularmente al latinoamericano), a pesar de la desconfianza de propios y extraños. Ojalá los mismos peruanos comprendieran los tesoros que guardan sus salas de ensayo, sus pequeños auditorios y sus estudios de grabación. Ahí hay artistas que, en otros espacios recibirían mayor atención, tal cual se la merecen. Si usted tiene dudas al respecto, escuche el primer corte de esta producción, La pared vuelve a caer, y dígame luego si no se siente identificado con esto:

Y volveremos y pelear por lo que está prohibido

Por los mecanismos de servicios

Por los tonos grises y equilibrios

Y lucharemos por la libertad de equivocarse

Por las sombras y los disonantes

Por confiar en lo desconocido.

En fin, aquí nace una nueva oportunidad para que se emocionen con música que vale la pena escuchar.