Por José Gandour @zonagirante

Hay reseñas de discos que, aunque siempre se elaboran desde el gusto y las circunstancias individuales del autor, contienen una explicación que les permite reflejarse aún más personales para el lector. Estas notas se parecen más a una infidencia, a un acto de confianza en quien examine este texto y entienda que, más que un análisis enciclopédico y lleno de datos certeros que certifiquen que la grabación ha sido estudiada hasta sus últimos límites, lo escrito refleja más los pálpitos de emoción y celebración que rodea al autor de estas líneas. Para entender toda esta palabrería introductoria, viene una confesión que ya más de uno de mis amigos habrá advertido a lo largo de todo este tiempo: Desde que escuché por primera vez los discos de la banda escocesa The Jesus and Mary Chain, me suscribí de inmediato a la línea de las bandas de ruido explosivo, que en medio del aparente caos instrumental, contrastan su intenso ruido con brillantes melodías cercanas a la añoranza y al amable pop que calma nuestras bestiales ansias. Dentro de una caja estruendosa de guitarras infinitas, en cada ejemplo de este tipo de shoegaze contemporáneo se guarda un corazón que enternece, que doma la rabia que nos escuda.

Adoro Teorema, el nuevo álbum de la banda chilena Artificiales. Este compilado de ocho canciones publicado hace pocos días tiene material sensible, rudo, melancólico y exquisito. Tiene perfume de garage pero convierte el zumbido permanente en un arma de doble filo: Por un lado logra felizmente envenenar el aire a punta de penetrantes distorsiones y, en el mismo espacio, el canto, envuelto en sutiles reverberaciones, arropa, y la cadencia abraza. Las grabaciones navegan constantemente en esa montaña rusa, que va desde el templado llano hasta la salvadora y estrepitosa alteración sonora. 

Son apenas veintisiete minutos (y un poco más), imperdibles de principio a fin. Oigan desde el primer segundo, pero si quieren acelerar al climax de esta producción, corran al último corte, Coral, y sumérjanse en esta catarata resonante de 277 segundos. Esta grabación, así por si sola, consagra el día en que usted la ponga en su estéreo y los parlantes revienten merecidamente con esta joya. Este es el ruido que nos merecemos. 

Compartir
HTML Snippets Powered By : XYZScripts.com