Por José Gandour @zonagirante

En general, al rock bogotano de estos tiempos le falta soltura, deleite, diversión. Hay demasiadas bandas que se comieron el cuento de la formalidad, del intento torpe de discurso conveniente, de no pisar callos o creer que al hablar de diablos inexistentes se despertarán los demonios de la rebeldía. Hay demasiado proyecto musical que le falta frescura, inspiración, goce. Quizás se están esforzando demasiado para convencer a los productores tradicionales, los que piden prudencia frente a los medios, los que piden sonrisa frente a los que dicen ser poderosos. Eso no es rock. Y si, sé que es un cliché decir que el rock es actitud, pero lo contrario es asumir reglas para caer bien, procurar un sonido que no moleste, buscar la exquisitez pomposa. Yo quiero guitarras que retumben, aires tóxicos que lleven felices sustancias sonoras, palabras que crucen fronteras. Escuchar en el coro de una canción, por ejemplo, «I´m so valeverga». Claro, lo que muchas veces necesita la fría ciudad de Bogotá, es que sus inmigrantes de urbes más cálidas vengan a imprimir su desfachatez, porque si no, la muestra queda muy postiza. Y es ahí donde llega Astronova y su nuevo álbum Murgas Nadaistas.

Los músicos procedentes de Santa Marta (costa Atlántica colombiana) Fab Astro y Lyon Ace se juntaron con Ricardo Guerrero en la capital y formaron este trío, que reconoce influencias procedentes de bandas tan diversas como Sebadoh, Stone Temple Pilots, Sonic Youth, The Stooges y otros clásicos de sonido no convencional. Sus textos tienen referencias de escritores alternativos nacionales y dicen ser hijos de reconocidos artistas como Gonzalorango, Norman Mejía, Andrea Echeverri, Maria Mercedes Carranza, Alejo Durán, Teto Ocampo, Débora Arango, Beatriz González, Luís Caballero, Delia Zapata y muchos otros. Este álbum contiene once cortes, entre los cuales hay una grabación  llamada Transmigración, del poeta Jotamario Arbelaez, representante del Nadaismo, movimiento artístico y filosófico contracultural colombiano que prevaleció desde 1958 hasta 1964, un evidente referente para las letras de la agrupación. El resto es música con aires psicodélicos, momentos muy rockandrolleros, distorsiones densas, voces reverberadas, con ciertos momentos de retorno a lo hecho en la escena alternativa de la costa oeste norteamericana en los años noventas. Hay experimentaciones llamativas que suman acoples, ruidos inexplicables, y texturas envolventes que quizás al oyente más conservador distraiga y moleste, pero creo que eso no precisamente le va a preocupar a esta agrupación.

Los mejores instantes de Murgas Nadaistas, para mi gusto personal, son su corte instrumental Santamarta (una grabación cargada de nostalgia marítima), Terminó, Se acabó (una tonada que nace folk y que luego se torna en un ruido fascinante tipo Hendrix, con espíritus sesenteros incluídos) y su ya reconocido himno I´m so valeverga (exaltación nihilista, de escribillo pegajoso y pequeñas grabaciones que añaden confusión en la atmósfera). Igual, el disco en su totalidad mantiene su atractivo de principio a fin, y tiene todos los elementos para volverse un nuevo referente de lo que hace en materia de música contemporánea en este lado del mundo. Ojalá pronto Astronova tenga su círculo de culto en todo el continente.