Por José Gandour @zonagirante

Foto Gustavo Canales 

 

Hay discos que uno no sabe que necesita hasta que los escucha por primera vez.

Hace un buen rato no había recibido mayor información sobre Slowkiss, ya que su disco anterior, Patio 29, había sido publicado en 2019 y luego del interesante boom que había provocado entre los estudiosos aficionados al shoegaze, al grunge, al punk y a géneros similares, poco o nada sabíamos de Elisa Montes y sus compañeros. Bueno, en todo este tiempo, esta banda chilena se reestructuró, y mientras daba conciertos en diversas partes del mundo, incluyendo uno que otro festival europeo, fue generando nuevo material, que, ahora, por fin podemos escuchar bajo el cortísimo tíulo K.O. Y. la verdad, es que vienen más potentes que nunca. 

Publicado y distribuido por el sello alemán Gunner Records, este álbum evidencia que, durante el tiempo transcurrido entre la primera placa de Slowkiss y esta, la agrupación ha madurado y ha endurecido su sonido. Se siente que, sin abandonar su sentido agresivo del punk (lo podemos observar en su décimo corte, Sound of Salvation) ni rechazando sus orígenes shoegaze (como se escucha en Pulling me back), Montes y sus colegas ahora seducen a su audiencia acudiendo a su licuadora resonante más sustancia stoner, más texturas densas, más identidad combativa. Aquí tenemos cuarenta minutos de música cáustica, que, en medio de su intenso ruido, nunca se aparta de su intención de llegar a las masas, a través de una amplitud sonora y melódica que va más allá de las tribus limitadoras. En eso, Slowkiss aprendió bien la lección heredada de nombres legendarios como Deftones o Smashing Pumpkins, que saben hacer tonadas que pueden sonar en la radio y atraer público menos afiliado a los cerrados círculos del rock. Igual, nunca esconden la sustancia original con la cual fueron críados.

Este es un disco sin fallas, pero si nos piden destadar los momentos más brillantes, podemos señalar tres canciones. La primera es Fast Food, que parece ser la grabación fronteriza entre el sonido de hace un lustro y la aceptación de una urdimbre más corrosiva. Luego viene Dreaming, un descanso en medio del estruendo general, una especie de balada de guitarras ostensibles de lenta descarga. Y si ya vamos al que algunos ansiosos podrían llamar el hit para las masas, acudimos a Girl United, un grito de dos minutos y medio que podría convertirse en un nuevo himno mujeril.

¿Se acuerdan lo que les decía al comienzo? Ok, Escuchen K.O. Estoy seguro que más de uno se dará cuenta de lo que estoy hablando cuando afirmo que este disco se vuelve necesario desde el momento que lo podemos oir desde la primera ocasión. Dense el permiso de escucharlo, a ver si opinamos igual.

Nota adicional: Si no tiene Spotify, y desea escuchar este álbum y, de paso, quizás comprar el vinilo, acuda a Bandcamp:

 

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