Por José Gandour @zonagirante

Lo más valioso de la recopilación que hizo en estos días la revista Rolling Stone de los mejores 50 álbumes de la historia de América Latina es la discusión que se puede generar entre amigos (y no tan amigos) sobre si tal o cual disco merece ser nombrado en ese listado o no. En lo personal, me pareció una selección en muchos casos aburrida, poco convincente y, en muchos casos falta de gracia. A la larga, es una enumeración por momentos demasiado obvia y por otros demasiada obligada con algunos personajes que, sin nombrarlos para evitar peleas tontas, no deberían estar ahí. Es muy posible que Re, de Cafe Tacvba merezca estar en puestos tan altos (no soy muy fan de la banda, confieso, pero este título esta lleno de canciones mágicas), y me gusta que hayan reconocido el brillante trabajo de Julieta Venegas en Buenintento, una de sus placas más sentidas y menos conocidas de su carrera. Bocanada es una grandísima producción (gracias por venir, Cerati). Clics modernos debería estar más arriba (¿o no, Charly?) y la verdad es que hubiera escogido de Aterciopelados Caribe atómico por encima de La pipa de la paz. Igual, mi opinión al respecto le debe importar un bledo al encargado de redactar la nota, aunque si le advertiría que escoger El Rock de mi pueblo, de Carlos Vives o incluir a Los Van Van o a Roberto Carlos para demostrar una valentía tonta o, como llaman algunos conocidos, una especie de «chocolocura intelectual» es una pifia total. Este tipo de tonterías son las que completan perfectamente un artículo tipo clickbait, como muchos de los que suele presentar desde hace años la clásica publicación norteamericana.

En fin, cada uno con sus gustos y con sus circunstancias. De todos modos son muy pocos los álbumes de los últimos 25 años hechos en la esfera independiente del continente los que fueron citados en el reportaje y creo que, para hacer un texto que haga la contraparte a dicha injusticia, quiero con cuatro ejemplos para demostrar (si es que es necesario) que la gran parte de la riqueza de la escena musical de América Latina nace y se engrandece en los espacios autogestionados y en las pequeñas inversiones de mecenas, que, lejos de intentar competir con las grandes compañías multinacionales, reconocen el talento local y hacen el audaz intento de mostrarlo al mundo, un oyente tras otro.  «¿Sólo 4?» dirán algunos, pero quise ser estricto y evitar la discusión de «¿qué es rock?» y esas cosas, y escogí 4 títulos que personalmente adoro y todavía escucho y que, estoy seguro, todavía tienen mucho que decir en estos tiempos. Comencemos:

NormaSiguiente (2015)

He dicho en muchas ocasiones que mi ciudad rockera favorita es La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires. En cada esquina hay una banda o un artista que merece nuestra atención. De ahí salieron clásicos como Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, Virus y Peligrosos Gorriones, entre otros. Hoy la tierra de»pinchas» y «lobos»  tiene cientos de nombres para seguir con el pecho en alto y hacer sonar en cualquier lugar, como Estelares, Isla Mujeres, Fede Kempff, Guasones, y, por supuesto, El mató a un policía motorizado. De ahí sale Norma, una agrupación que define su sonido «rock dos tonos», de guitarra estridente, con ritmos que combinan momentos surf, otros garage, y otros ska, consiguiendo un sonido muy propio, que podría provenir de las décadas de los 60´s y 70´s, pero con un humor y una postura digna del cinismo de estas épocas. Siguiente, álbum que suma 9 canciones, apenas dura veinticinco minutos, porque cada una de las canciones es un puñetazo directo al estómago, sin amagues, sin advertencias. La voz de su cantante, Sebastián «Chivas» Argüello, contiene particulares picos agudos, casi reventando oídos, y sus textos son brillantes frases irónicas sobre lo cotidiano. Esta banda es más conocida entre aficionados especializados que entre la masa que sigue corrientes más comerciales, pero, curiosamente, entre sus seguidores están Fito Páez y Sergio Rotman, entre otras celebridades. 

Mejores canciones: 6 a.m. , Hola y Veo.

 

Thiago Pethit Rock´n´Roll Sugar Darling (2014)

Si me piden escoger discos sexys, en la mejor expresión de la palabra, en el listado, en los puestos más alto está esta genialidad. Hecho en portugués e inglés, y grabado en Los Ángeles, es perturbadoramente rockero, atrevido en su sensualidad, hecho sin prejuicios, hecho con cojones y a su vez con un enviciante perfume femenino. Si jugamos a buscar la esencia de esta producción en la licuadora sonora, quizás nos convendría acudir a la actitud de Pj Harvey, al atrevimiento de Screaming Jay Hawkings, a un  «Caetano Veloso perdido en la Ruta 66» (cito al cronista español Carlos Úbeda para este perfecto simil) y al sonido guitarrero de Bo Didley, atravesando el siglo 21. Este disco, evitando clichés, huele a sexo desenfrenado con descansos de cigarrillo mentolado, chaqueta de cuero, whisky y motel de carretera. Aquí se recuperan sonidos de antaño, de bares alcoholizados y antros sucios, y recobra el desatendido erotismo del género. Esto es rock´n´roll sin complejos machirulos, fascinando desde cualquier parte de la habitación a cualquier ser, a cualquier ser humano.

Mejores canciones: Rock´n´Roll Sugar Darling, Romeo y 1992. 

SuperlitioTripping Tropicana (2005)

Si me apresuran, puedo decirles que este es mi álbum favorito en la discografía del rock colombiano. Un disco que, en principio, por historias externas al desarrollo musical, pudo pasar desapercibido, ya que fue financiado inicialmente por una disquera que resultó una empresa bastante pirata en sus formas de actuar. Por suerte existen las plataformas digitales que le permiten a esta producción obtener el reconocimiento que iba perdiendo en la época de los discos compactos y la fallida distribución inicial. Pero volvamos al disco: Esta es una gema que muestra el que para mi es el instante más brillante de la banda originaria de la ciudad de Cali, época en la que su fusión de funk, hardcore, rock, salsa, hip hop y cumbia explotaba combatiendo los clichés habituales de la fusión de ritmos continentales. Tripping Tropicana, me atrevo a suponer, hubiera podido ser la placa discográfica que hecha para consagrar mundialmente a esta agrupación, la que hubiera podido demostrar que la vanguardia bien ejecutada también podría surgir en este lado del mundo. Se perdió la oportunidad de tal impacto, pero aún tenemos la posibilidad de escuchar y disfrutar una impecable grabación que no extrañara nunca su buen humor, su desfachatez y su coraje. 

Mejores canciones: Foxy, Chabetiza y Camino

The GanjasLaydown (2005)

A finales del siglo veinte, y comienzos de los 2000, el rock chileno salió del aburrimiento por el lado independiente, y en gran parte es gracias a un sello memorable, todavía existente a estas alturas de la vida, llamado Algo Records. De este experimento, nacido en 2002, que ha contenido en su historia bandas como Ramirez!, Guiso, Pendex, Camión, Perrosky y Magaly Fields, entre otros, se dio a conocer una increíble agrupación de stoner rock, alimentada con los sonidos de Kyuss, The Stone Roses, The Jesus and Mary Chain y The Brian Jonestown Massacre, que, desde el comienzo supo hacer tonadas canábicas con densas guitarras, profundas reverberaciones y actuaciones lisérgicas que hipnotizan, hasta el día de hoy, a su público en cualquier parte del mundo. Este es un viaje (si, un viaje, defínalo así, sin prejuicio) de 64 minutos de duración, con maravillosas canciones que alcanzan los ocho y nueve minutos, sin permitir que el tedio se apodere de ellas. admirado en círculos especializados y alabada por admiradores de cualquier rincón del orbe, incluyendo a Andy Bell, referencia de la agrupación británica Ride y bajista de Oasis en su etapa final. Un detalle personal: Su presentación en Rock al Parque 2005 está guarda en mi recuerdo como uno de los mejores shows que vi en mi vida. 

Mejores canciones: Dancehall, Laydown y La lluvia no quiere caer. 

 

 

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