Por José Gandour @zonagirante

Tres preguntas para comenzar:

-¿Hace cuanto que buena parte de ustedes mira los videos musicales, hechos con o sin alto presupuesto (eso, en la mayoría de los casos no importa) y piensa que ya no hay sorpresa en la pantalla, que la manufactura de clips ha dejado de emocionar, quizás debido a que en un ambiente donde cada segundo saltan millones de intentos de entretenimiento visual, ya sea en Instagram, Tik Tok o Youtube, y donde demasiadas de esas acciones que capta la cámara no dicen nada, siendo vanos intentos para llamar la atención?

-¿Cuántos de ustedes han visto madurar a los artistas, cayendo en cuenta que, aunque hagan bien lo que saben hacer, se repiten frente a su público, porque sienten que ya tienen la fórmula para ser seguidos y adorados, y que, a su edad (no importa cuantos años tengan), ya no vale la pena cambiar?

-Y, por último: ¿han notado la cantidad de canciones de amor que ya no saben qué expresar para hacerse notar ybalbucear algo que ya dijeron antes, y con mayor brillantez, los maestros del bolero, del tango, del folclor, y, por qué no incluirlos, algunas estrellas del pop de antaño?

Y si, cuando se hacen estos cuestionamientos es cuando llega 313, la nueva obra maestra de Residente, al lado nada menos de Penélope Cruz, y Silvia Pérez Cruz.

En el momento que escribo esta nota, y apenas unos días luego de haber sido estrenado, este video ya ha sido visto dos millones y medio de veces, y seguramente en pocas semanas superará el centenar de millones de visualizaciones. Y todo porque es un trabajo visual impecable, que respalda una de las tonadas más preciosas hechas en los últimos tiempos. ¿Estoy siendo exagerado?

Yo sé que Residente es un personaje polémico, despreciado por muchos por sus posiciones políticas, por sus versos irreverentes, y por sus intervenciones críticas hacia el trabajo de algunos representantes de lo que llaman, de forma demasiado acelerada, «generos urbanos». Pero nadie puede negar que sostiene permanentemente un esfuerzo valido, y no pocas veces fructífero, en conseguir sacudir las estructuras de su entorno y producir, a su modo, belleza necesaria. En 313, adelanto de lo que será su álbum Las letras ya no importan, lo que prevalece es la poesía (tanto en lo que se oye, como en lo que mira). También se impone un sentimiento que, por nuestra toxicidad masiva, hemos perdido entre tantas peleas inútiles, y es la ternura. Ya algunos no pueden ver a un hombre (menos uno lleno de tatuajes y notable musculatura) que pueda decir palabras que alivien nuestra rabia, nuestro feroz desenfreno. En un tiempo lleno de machitos temerosos de perder el poder de sus partes íntimas con cualquier protesta que venga a derrumbar su supuesta solidez, tanto física como mental,  es vital que alguien, en medio de su flow, exclame «eres tanto que no cabes», siendo la muestra fehaciente de que no todo está perdido, y que hay oportunidad de decir cosas bellas sin perder la hombría. 

¿El video? Es una pieza exquisita. La idea es redonda, la fotografía es fantástica, los detalles coreográficos son espléndidos y la edición es emocionante. Si, me lleno de adjetivos para decir lo que la audiencia puede snetir apenas ve este clip. No es una producción barata, es evidente, pero no hay desperdicio, ni monetario ni espiritual ni laboral en el resultado final.

Y ahora si: Penélope Cruz. Desde los tiempos en que de adolescente salía en los videos de Mecano, y luego, hace varios años ya, con su actuación en Todo es mentira, junto a Coque Malla, he insistido en muchas de mis conversaciones que ella es una de las mujeres más preciosas del planeta. Pero su belleza no se detecta simplemente viendo, obviamente, su presencia física. Es su mirada, es el movimiento de sus labios, es el arqueo de sus cejas… Y su forma y tono al hablar. Y además, lo más importante: Es avasallante en su arte, en su presencia, en sus declaraciones. ¿Suena mal si les digo que ella ha sido uno de mis amores platónicos, junto a la ya lejana Natassja Kinski y la bien presente Alicia Keys?).

He terminado de ver por tercera vez 313 y no he podido frenar las ganas de escribir al respecto. La verdad es que, aunque admiro el trabajo de muchos videógrafos y creo todavía en la importancia de los clips musicales, siento que es una labor en decadencia, por múltiples razones. Pero retrocedo en mis aseveraciones por un momento y vuelvo y digo que los seis minutos que dura esta joya pueden ser lo mejor del día y de la semana en su vida, si se dan el permiso de reproducirla. 

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